La verdad es que no recordaba haber visto un toro de cerca en la vida. Si los he visto desde la carretera por Salamanca y Cáceres. Incluso asistí a una novillada de una plaza improvisada en Zestoa, una pequeña localidad del País Vasco, cercana a Azpeitia, muy taurina ésta última. 2 novillos 2.
Y al día siguiente vi al maletilla con el palo del que colgaba el hatillo con sus pertenencias en la parada del autobús. Fue el siglo pasado.
Salir del Cantábrico y llegar a la Dehesa El Añadío se hace en el día. Madrugamos y, a la altura de Aranjuez, descubrimos que el coche tiene una correa de servicios auxiliares y que se había roto. Grúa, taller, Hertz y seguimos hacia Despeñaperros.
Llegamos cerca de Vilches. María Jesús, la ganadera, nos da instrucciones por teléfono para llegar.
De noche, por esos caminos de tierra cruzándonos con ratoncillos de campo y conejos. Llegamos a la verja y Eduardo, mi hijo, baja a abrir la verja y a cerrarla después de pasar. Importante, no sea que se escapen las reses.
No tengo ni idea de cuanto es una hectárea ni cuántas tiene El Añadío. No se si los toros duermen o no, o como. Aparcamos junto a la verja de la casa, a 50 metros del parking, y no me atrevo a ir a aparcar. ¿Habrá toros cerca?
Rosa y María Jesús nos reciben y nos acercan al comedor a cenar. Junto a la chimenea, es diciembre, cenamos esos maravillosos menús en los que no puedes elegir (si se puede pedir algo diferente si no te gusta o no puedes comer). El factor sorpresa en las comidas, durante 4 días de estancia le encanta a Aitor, mi otro hijo.
Después de ese ajetreado día dormimos como lirones.
Al día siguiente estaba nublado pero el último día, al amanecer, la luz que había me hizo sacar la cámara y el móvil y disparar sin parar. ¡Qué luz!
Un día amanecí descubriendo, desde la ventana del baño, que había novillos en uno de los corrales. Al salir vi que había toros, estos grandes, en otro de los corrales. Los puedes ver desde uno de los salones, pegados a la ventana. Espero que los barrotes de hierro sean buenos. De vez en cuando se cabreaban y se golpeaban entre ellos. ¡Impresionan!
Llevaba unas décadas sin montar a caballo y una tarde fuimos con Rosa de paseo a caballo. Los caballos maravillosos y qué buenos! Orion, Petenera, Lisseland, … cariñosos y cuidadosos. Paseando con niebla y llovizna por la dehesa no es lo esperable en Andalucía pero, por suerte, hay días para todos los gustos.
Me perdí la excursión de faenas camperas, de dar de comer a los toros y otras labores.
Pero volveremos. Nos quedan los alrededores: lince ibérico, nutrias, tejos, olivos, Sierra Morena, zorros, buitres, Úbeda, Baeza, … y todo esto rozándonos, a distancia, con los toros de Santa Coloma.
Félix Z. – Bilbao